sábado, junio 30, 2007

LA MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA AL ALBA DEL SIGLO XXI




Carlos BENÍTEZ VILLODRES
Escritor, poeta, periodista, crítico literario
Cónsul, en Málaga del Movimiento POETAS DEL MUNDO

“Los gobiernos tienen la responsabilidad de proteger la integridad física y mental de las mujeres y las niñas. La adopción de medidas contra la mutilación genital femenina es parte integrante de todo enfoque exhaustivo para proteger a las mujeres de la violencia y reivindicar su derecho a la igualdad en la sociedad”, manifiesta Amnistía Internacional.
La mutilación genital femenina se practica en 28 países africanos, así como en Asia (Indonesia) y Oriente Medio (Yemen). Es cada vez más frecuente en Europa, Colombia, Australia, Canadá y Estados Unidos…, entre inmigrantes de esos países.
La mutilación genital femenina, en cualquiera de sus modalidades, se encuentra penada por la ley en los principales países del continente europeo con algunas excepciones como Italia o Irlanda. No obstante, aunque existen en algunos países europeos normativas legales de control sobre el permiso de salida para las niñas en situación de riesgo por este tipo de costumbres, hay denuncias de que medio millón de mujeres y niñas han sufrido la mutilación genital femenina en Europa en los últimos tiempos, incluso en centros sanitarios bajo cuerda.
Según fuentes oficiales de la ONU, se calcula que el número de niñas y mujeres que han sufrido mutilación genital asciende hoy día, aproximadamente, a 150 millones, y cada año están expuestas a ser sometidas también a ella 4 millones de niñas más. La mutilación genital femenina es una costumbre muy arraigada, tanto entre musulmanes como entre afrocristianos y animistas.
El Gobierno de Eritrea prohibió la ancestral costumbre de la circuncisión femenina con el argumento de que esta práctica supone una amenaza para la vida de las mujeres. La prohibición entró en vigor el pasado 31 de marzo de 2007.
Cualquier persona que exija, incite, promueva o simplemente sea testigo de casos de mutilación genital femenina será condenada a una multa y a una pena de cárcel, según informó en su día el Ministerio de Información.
La práctica suele consistir en la extirpación del clítoris, con el objetivo de preservar a las jóvenes del deseo sexual, proteger su honor y facilitar su entrega en matrimonio.
Se desconoce cuántas niñas mueren por su causa, ya sea durante el mismo acto de mutilación, posteriormente a causa de infecciones o incluso años después en los partos.
La mutilación genital femenina abarca, pues, todos los procedimientos que entrañan la eliminación total o parcial de los genitales femeninos externos u otras lesiones de los órganos genitales femeninos por cuestiones culturales o religiosas o por otros motivos no terapéuticos.
La pérdida casi total de sensibilidad es la principal consecuencia para las afectadas, con el añadido trauma psicológico. Evidentemente hay también consecuencias inmediatas y a largo plazo, tras la mutilación genital femenina, para la salud de la niña o mujer, las cuales varían según el tipo y la gravedad del procedimiento utilizado. Entre las complicaciones inmediatas figuran dolor fuerte, shock, hemorragia, retención de orina, ulceración de la zona genital y lesión del tejido adyacente. A largo plazo puede haber consecuencias como infecciones recurrentes del tracto urinario, infección pélvica, infertilidad (por infecciones internas), cicatrices, dificultades en la menstruación, fístulas (agujeros o canales entre la vagina y la vejiga o el recto, dolor en el coito, disfunción sexual y problemas en el embarazo y el parto (la necesidad de cortar la vagina para permitir el alumbramiento y el trauma consiguiente, agravado a menudo por el hecho de tener que suturar).
Hay mujeres que mueren desangradas o por infección en las semanas posteriores a la intervención, ya que se realiza casi siempre de manera rudimentaria, a cargo de curanderas o mujeres mayores, y con herramientas no muy ortodoxas como cristales, o cuchillos oxidados, o cuchillas viejas de afeitar, o incluso piedras, todos ellos sin esterilizar, exponiendo a las víctimas a infecciones, tanto más cuanto lo habitual es que en cada ceremonia sean mutiladas numerosas niñas a la vez. Obviamente nunca se llevan a cabo estas irracionales mutilaciones en centros sanitarios.

El gobierno egipcio ha prohibido definitivamente la ablación del clítoris, una costumbre que practica todavía la mayoría de la población del país, dijeron fuentes oficiales egipcias. La directora del Consejo Nacional de la Infancia, Muchira Jatab, explicó que la decisión fue tomada en una reunión conjunta a la que asistió ella misma, los ministros de Salud, de Educación y de Información, autoridades del Sindicato de Médicos y líderes religiosos musulmanes y cristianos.
El ministerio de Salud ha publicó el pasado día 28 de junio de 2007 un decreto que prohíbe la ablación y anuncia que penalizará a “médicos, enfermeras y otras personas” que participen en estas intervenciones.
Asimismo, el Sindicato Médico egipcio ha enviado una circular a todos sus miembros en la que les recuerda que quien contravenga la norma será llevado ante la Justicia.
Contrariamente a lo que sucede en otros países africanos, donde la extirpación del clítoris la llevan a cabo barberos o curanderos, en Egipto era practicada en un 77% de los casos por personal médico y paramédico, según datos de la UNICEF.
Esta práctica se justificaba legalmente gracias a una laguna legal, pues la ablación estaba hasta ahora permitida “en caso de necesidad médica”, lo que en la práctica significaba que se hacía con toda impunidad.
El pasado fin se semana, día 23 de junio, una niña de 12 años falleció en una clínica privada cuando le practicaban la operación de ablación por una complicación anestésica, y el fenómeno, aireado en la prensa, ha motivado una movilización a nivel político que ha cristalizado en el decreto ministerial de prohibición.
Hay tres tipos de ablación o mutilación genital femenina: la amputación del prepucio del clítoris (circuncisión), pudiendo extirparse en parte o en su totalidad el clítoris (clitoridectomía); la escisión o mutilación del prepucio total o parcial, del clítoris y los labios menores, conservando los labios mayores (forma agresiva intermedia); y la infibulación -la forma más agresiva-, la cual consiste en la extirpación del clítoris y labios mayores y menores. Después del acto, hay un cosido de ambos lados de la vulva hasta que queda prácticamente cerrada, dejando únicamente una abertura para la sangre menstrual y la orina. La infibulación también es llamada “circuncisión faraónica”.
La ablación sexual femenina, ya sea parcial o total, es para evitar sentir placer sexual, con la finalidad de que pueda llegar virgen al matrimonio, puesto que si no es de ese modo, la mujer puede ser rechazada. También se realiza para evitar la supuesta promiscuidad de la mujer. Ciertamente, una vez casada, la insensibilidad durante el coito persiste, lo cual conlleva una ausencia total de placer sexual.
En la actualidad se practica a niñas con una edad mucho menor. Esto se realiza así con el objetivo de evitar que puedan juzgar la práctica por sí mismas al ser mayores.
La embajadora de la ONU contra la ablación, la ex-modelo somalí Waris Dirie, quien sufrió infibulación a los 5 años, ha conseguido que ésta práctica sea ilegal en algunos países africanos, aunque, crípticamente, se siga practicando de hecho.
UNICEF, en un informe, afirma que ésta práctica se puede eliminar en una o dos generaciones si, efectivamente, hay un inmenso esfuerzo -sin límites-, tanto político como sociocultural, por parte de los países que condenan estos tipos de mutilaciones femeninas sobre aquellos otros que las admiten, aunque “del dicho al hecho hay un buen trecho”, dice el refranero español. A pesar de ello, se ha avanzado significativamente en la erradicación de esta terrorífica mutilación genital femenina.

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